EL PRI DE AYER, EL PRI DE HOY Y EL PRI DEL MAÑANA


Por Azucena Meza

La celebración del 89 aniversario desde la fundación del Partido Revolucionario Institucional,  está teñida de los colores electorales, enmarcada en la competencia por la presidencia y sumida en la mayor desaprobación social que se conozca en la historia de cualquier administración federal, como la que se tiene hoy sobre el Presidente ENRIQUE PEÑA NIETO.

En 1929 surge el PARTIDO NACIONAL REVOLUCIONARIO, con el PRESIDENTE PLUTARCO ELÍAS CALLES,  una organización política que se consolidó por su capacidad de aglutinar a todas las fuerzas sociales, a los organismos populares y campesinos, todos eran parte del partido en el poder, para todos había un lugar, y así se fue institucionalizando el poder político y con ello, la hegemonía del partido, en conjunto eran la clave para mantener esa “dictadura perfecta”, de la que en los noventas acuñó atinadamente el célebre escritor MARIO VARGAS LLOSA.

Y en este  contexto electoral, hoy 4 de marzo se dió la celebración de la fundación del PRI, en un evento protocolar clásico del partido se escuchó a JOSÉ ANTONIO MEADE hablarle a los PRIISTAS, siendo único orador, y quien por cierto, retomó el emblemático discurso de LUIS DONALDO COLOSIO “MÉXICO TIENE SED Y HAMBRE DE JUSTISCIA”, lo paradójico es que, justo en este día de celebración del PRI, el joven hijo de COLOSIO, LUIS DONALDO COLOSIO RIOJAS, se encontraba con los del FRENTE POR MÉXICO, encabezada por RICARDO ANAYA, donde se  daría una conferencia de prensa en la que ANAYA denuncia a ENRIQUE PEÑA NIETO saque las manos de la elección presidencial.

El PRI de  hoy quizás viva uno de los peores momentos de su historia, un partido que no logra posicionarse  en un segundo lugar en la campaña por la presidencia, fuertemente golpeado por los casos escandalosos de la corrupción e impunidad.

Quizás sea tiempo para que el PRI se vaya a la banca a replantear su situación política y valorar cual será su papel en los próximos procesos electorales, pues la marca PRI que actualmente esta ofertada, está de plano al límite de su caducidad, y de no buscarse  estrategias que los exonere e impulse a un cambio, donde la corrupción no sea su marca patente, ni la impunidad su historial clásico, las posibilidades de supervivencia partidista son casi nulas.

Las exigencias de un cambio de régimen del 2000 gobernados por el PRI, tiene algunas coincidencias con las de este proceso 2018, en ambos casos, existe un repudio político al partido PRI que está en el poder. No obstante, en el 2000 el reclamo era la alternancia del poder político, la necesidad de un cambio. Ahora, 18 años después, al haber conocido la alternancia durante estos años, las valoraciones cambiaron, el tema nodal de este proceso es la corrupción y la notable impunidad.

Curiosamente la nueva generación de políticos y gobernadores que acuerparon en su momento al PRESIDENTE ENRIQUE PEÑA NIETO, son todos los que se encuentran hoy vinculados a casos escandalosos de corrupción, políticos que el PRI ofertó como una nueva generación y que el propio presidente presumía como la nueva sangre del partido.

Es así como la marca PRI, de aquellos recientes años de alternancia del poder, ameritaba con urgencia la necesidad de cambio de los políticos viejos, anquilosados, por los políticos jóvenes, más rentables electoralmente hablando, para ofertarse así como un "partido renovado" de caras nuevas, ese era el discurso, la sangre nueva no corrupta. Ahora, el PRI tendrá que hacer nuevas valoraciones empezando por un duro diagnóstico, para reponerse de los muy seguros estragos en los cuales habrá de quedar el partido pasando este proceso electoral 2018 y cuyo discurso, tendrá que replantearse, pues ni lo joven garantiza honestidad, ni lo viejo implica eficacia. 

El gran reto para ese PRI del mañana que tendrán que plantearse los nuevos estrategas del partido, seguro tiene que responder a esta interrogante, ¿Cómo despegar el tema de la corrupción fuertemente impregnado al PRI?,  cuya consigna del partido tendrá que resolverse pronto si se quiere lograr competitividad para próximos procesos. 

Y no habrá de otra, que esperar en la banca con inteligencia, observando los errores que cometerán sus sucesores en el poder, para asumirse sabiamente como un partido de oposición.

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