Conveniente discurso novelesco entre Anaya y Zavala para suplantar a los Olvidados de la corrupción

JIRIBILLA CHOYERA

             


El cáncer de la política es la propia corrupción.

Por Azucena Meza

Desabasto de ideologías, falta de valores y ambición del poder por el poder mismo, hacen posible que el ciudadano o ciudadana que decida participar para un cargo de elección popular, tenga libre albedrío para servirse del pueblo y no servir al pueblo como la génesis democrática lo demanda. Es decir, no hay poder legal ni humano en términos éticos que frene el cinismo de la corrupción y el abuso del poder.

Los rostros de la corrupción olvidados en estas últimas semanas, han sido suplantados por la novela política Zavala-Anaya, creada bajo los intereses del sistema en el poder, esa que dió a luz desde que Ernesto Cordero asumió el poder en la mesa directiva del Senado  gracias a la aprobación del PRI. Alianza que propició la salida de Zavala con mayor rapidez del PAN, fortaleciendo la política de dividir a la oposición y fragmentar las decisiones de ese partido.

En términos de aprobación política al PRI y al gobierno federal sabemos no le esta llendo nada bien, por lo que, esta novela de Zavala y Anaya, es un excelente producto de marketin político que fortalece de una forma conveniente generar una leve dosis de amnesia social en torno a los rostros de la corrupción, esos que hoy son suplantados por la noticiosa novela Zavala y Anaya, y no dudo que tiene su fortaleza en esa momentánea alianza del poder entre Ochoa y los Calderonistas, para  suplantar de la memoria social a los rostros olvidados de la corrupción representados en un Duarte, en un Yarington, un Borges, un Moreira, un Montiel, y otros más.

Han quedado sepultados los temas esenciales de nuestras instituciones, le han dado vida mediática al caos panista, qué pareciera brillar más que las sombrías y debastadas instituciones de un gobierno carcomido por la nefasta corrupción.

Corrupción como la deslumbrante estafa maestra, donde millones y millones se fugaron del erario público, mancillando a las propias instituciones universitarias, como medio de lavados, claro los acontecimientos de catástrofe sumieron en el silencio esta depredación. Pero que públicamente aun la sociedad tiene presente y espera los resultados de los procesos legales y el estatus de quienes han sidos señalados, varios de ellos, funcionarios de primer nivel federal.

La novela Zavala y Anaya esta siendo maximizada por el sistema para suplantar los socavones de la corrupción y sin duda, los señalamientos por la incapacidad  del gobierno federal ante los acontecimientos derivados del sismo.














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