JIRIBILLA CHOYERA
Por Azucena Meza
Luego de que el día de ayer López Obrador escribiera en su cuenta de Tweet la propuesta para donar el 20% del gasto de campaña del 2018, para los damnificados del Istmo y del Sureste del país, se desencadenó una oleada de comentarios unos a favor y otros, escépticos en los diferentes medios, especialmente las redes sociales.
Lo cierto es que, con este tweet López Obrador, se anotó un tremendo gol en la agenda mediática, más allá de su posible cumplimiento, la sola propuesta emitida en un momento donde el discurso está centrado en la solidaridad y humanismo ante los terribles hechos provocados por los sismos y fenómenos metereológicos, se ha ganado la simpatía de muchos, pero lo más importante aquí es el ganancial que ha obtenido por saber colocar temas sensibles para el ya tradicional discurso antisistema, donde él ha sido su principal protagónico.
Inmediatamente surgieron las voces oficiales del INE y con toda razón legal se ha dado respuesta, que la propuesta de AMLO no es posible.
Y es que la Ley General de Partidos Políticos en el artículo 25, De las obligaciones de los partidos políticos, inciso n, dispone que: "aplicar el financiamiento de que dispongan para los fines exclusivamente que les hayan sido entregados".
Con lo cual queda fuera la propuesta de López Obrador.
Pero con este twitazo que ha inquietado los formalismos electorales, ¿estamos ante demogogia pura o de verdad, tendremos que revalorar esquemas alternos para flexibilizar la ley general de partidos políticos?
Es decir, la negativa por la negativa, aunque la Ley te ampare, no te hace correcto, las leyes son perfectibles, y con esto quiero referirme a que, independientemente de la oleada de críticas a la propuesta de López Obrador, el tema del financiamiento hacia los partidos ligado al cumplimiento de sus obligaciones, es el criterio que ancla y frena a la vez, cualquier posibilidad que de paso a propuestas como la donación de estos recursos, esquema que pudiera moldearse, ¿por qué no?.
Ya en su momento la historia política de Peña Nieto, sentó las bases en su inicio de gobierno con el denominado "Pacto Por México" sumando las fuerzas de varios frentes con ideologías antagónicas y afines, para trazar una ruta de reformas estructurales, bien calificado en aquel entonces, pero finalmente se trataba de llegar acuerdos y se lograron, hoy por hoy tendríamos en puerta la necesidad de un segundo pacto, ya que la gobernabilidad no solo se traza desde el formalismo de lo estructural, hay otros esquemas como los presupuestos que bien valdrían y ganarían el amplio respaldo social.
Es tiempo de revalorar un gran pacto de solidaridad y congruencia, que enmarque los esfuerzos institucionales desde varios planos, ya han surgido voces ciudadanas importantes con interesantes propuestas como la del Diputado Kunamoto de Jalisco, quien ha manifestado condicionar el presupuesto que se le asigna a los partidos políticos a partir del número de votos que reciben.
La propuesta de Kunamoto pretende restructurar el financiamiento de los partidos políticos a base del esfuerzo que hagan por obtener la confianza ciudadana a la hora de votar, desde luego que esta propuesta esta pendiente de consolidarse, se necesitan reformas al artículo 41 de la Constitución y 51 de la Ley General de Partidos.
Como esta propuesta y como la de López Obrador, son intenciones electoreras o no, demagógicas o no, pero que finalmente suman y recogen el sentir social, también la aspiración de muchos ciudadanos.
Un ejemplo es el tema de los presupuestos, justamente en estos momentos donde permea la tragedia en el Istmo de Oaxaca y en Chiapas, los Diputados se autorizaron aumentos en sus partidas y el INE no es la excepción.
Ahora entenderemos la lógica del por qué los políticos autores del discurso antisistema se ganan más simpatías.
Y luego la demagogia de dónde viene?
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