"No me da miedo el ruido del poder, sino el silencio de su pueblo"


Por M.C. María Azucena Meza Gómez

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Por M. en C. María Azucena Meza Gómez

Desde la toma de posesión de Dolnald Trump en los E.U.A., presidente número 45 de ese país, hemos visto una serie de marchas en protesta a la política y filosofía del poder en el que se asume, dando cabida al desencanto social que ha provocado en distintos países del mundo, como Francia, Alemania, el propio E.U.A., a lo que deviene en una interrogante un poco sutil y paradójica.

¿Y México? Somos el país vecino, principal agraviado por ese discurso antisonante, arcaico y sobretodo, fascista. Y en éste último concepto, traeré una breve descripción doctrinal del fascismo, apelando a la memoria de la clase escolar. Fascismo, entendido como una ideología y movimiento político, que surgió en Europa, en tiempos de Guerras, a principio de 1900, instaurado por Benito Mussoini en Italia. Expresiones como El pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado de Benito Mussolini. O bien, del Nazismo, Un pueblo, un imperio, un guía, son ejemplo de la doctrina fascista.

Peligrosamente en éstos tiempos, vemos con certeza, en el mensaje de Trump, un impulsor de una política de Estado, plagada de esa doctrina, sobretodo, cuando observamos una política económica dirigista y fundamentalista, con ese llamado a desmantelar las industrias automotrices y no invertir en México, ante la amenaza directa a dichas industrias de incrementar los impuestos.

Y ante todo ésto, ¿dónde queda México?. Bien decía un político español de izquierda Julio Anguita, por cierto, extraordinario orador, "No me da miedo el ruido del poder, me da miedo el silencio del pueblo."

¿México, a qué nos enfrentamos en los próximos años?

Sr. Presidente de México, Enrique Peña Nieto, Sr. Secretario de Relaciones Exteriores, y Estimados Señores del Poder. 

Éste es un llamado de un ciudadano más como cualquier otro. Es un exhorto a que hablemos con México, por un instante, antes de iniciar cualquier diálogo, antes de sentarte con el que se dice poderoso, antes de hablarle de política económica, migratoria y de instituciones, antes de cualquier gesto diplomático, hablemos, dialoguemos con México. 

Hay profundas diferencias ideológicas, si, quizás irreconciliables entre unos actores y otros, en nuestro país, somos ricos en historias, en razas y culturas, donde la pluriculturalidad, fortalce nuestra idiosincracia, donde la premisa, no sea el color que militas o la religión que profesas, ni el grado de estudios que tengas, o al estrato social o político de donde provengas, simplemente, donde hablemos con el mexicano y mexicana, de aquello que nos une, de aquello que nos divide y molesta, hablemos de nuestro Estado Nación, como familia. 

Hablemos, antes de ejercer y acariciar las finuras de una diplomacia obsoleta y mancillada, por esa subordinación, vista más allá de lo quizás razonable, ante el terror retórico directo que impregna en los hechos, ese americano colono, hoy presidente de E.U.A.

Son tiempos globales, donde el nacionalismo ha cobrado poder y un fuerte impulso, donde el discurso antisistémico se ha vuelto una moda en los países del mundo, ante la degradación política, donde la sociedad incluso se ha vuelto un “Resistente Pasivo”, y en algunos casos, cómplice de esas prácticas nocivas. Y ante todo ello, ha prevalecido una resignación social. Razón que ha impulsado a liderazgos oportunistas, que basados en el carisma, pretenden posicionarse como líderes del mundo, solo porque le dicen a la sociedad, lo que en éste momento desearían escuchar. No obstante a ello, tomemos lo bueno del momento, seamos sensatos, cautos y veamos a México, mejor dicho, volteemos nuestra mirada al interior,  antes que al exterior, y en él, veamos a un promotor de un nacionalismo cívico, donde no haya cabida ni al oportunismo político de algunos, externo e interno, ni a la decadencia del sistema político de las instituciones, que por cierto, está en nuestra manos, en sus manos, responsabilidad compartida, solidaria.

¡México!, tu sobriedad diplomática está de sobra, está de más en estos momentos. Eso, déjaselos a los países que no viven la amenaza certera y latente, de un gobierno presidido por ese americano colono que promueve el odio, bien expresaba en palabras poéticas, Fernando Jordán, “A ti conquistador, -habló el Guaycura-, que tienes la piel blanca, el alma dura, una llama de sol en la rizada barba y en la mirada el odio y la ambición…” Sin duda, un dicho poético, símbolo de nuestra identidad californiana, que hace alusión a otros tiempos de conquista, sin embargo, hoy cobra vigencia, ante la abrupta amenaza americana, de quien se dice y cree superior, con políticas económicas que pretenden debilitarnos. 

¡México!, tu silencio está dando margen a la zozobra política, a la inquietud, a la angustia, a la disgregación social.

Razón sobrada para que:

Señores empresarios, políticos, representantes de los poderes públicos, ejecutivo, judicial y legislativos, (federal y local), líderes sociales y políticos, es tiempo de unir a México y alejarlo de la vigilia.

Hablemos con México. Hagamos Fuerte a México.

Es momento de unir a tu gente, sin distingos, de color, donde rojos, amarillos, verdes, blancos, anaranjados, negros y colores, converjan en una sola causa, al final,  todos somos hijos de la historia por igual. Y lo que un día fue, aquella retórica revolucionaria que un día hizo a México libre de la esclavitud y dominación de la corona, y se desplazó también aquel que ostentaba el poder por tanto tiempo, por recaer en uno solo, hoy, tu guardas silencio, te quedas absorto, adormecido, drogrado, ante un entorno de amenaza política, de un discurso indignante y poco amigable.

¿A qué nos enfrentamos?

México, en esta guerra comercial como le llaman algunos analistas, y por ende, de carácter político, por esa política corporativa que está impulsando Trump, México, debe tener dos fortalezas.

La primera, una batalla no se gana con un gobierno debilitado y de menor legitimación, por la causa que quieran llamarle, sentarse a hablar de políticas en el exterior, cuando, tienes poco margen de maniobra política en el interior ante el rechazo social que puedan tener a las mismas, no es una buena idea, máxime si tu actuar es altamente cuestionado. Es necesario el respaldo de tu pueblo.

La segunda, es que, para enfrentar con estoicismo, es necesario que exista una causa clara y definida de lo que se busca, una ruta crítica que la gente, el pueblo de México sienta y comparta, un proyecto claro de nación, de sus políticas económicas, que en el lenguaje cotidiano, se traduzca al ciudadano común, comunicar en este mundo conectado, debe ser una fortaleza y no un campo minado, de tal manera que también, cualquier política que implemente el gobierno, la hagan suya.

Por éstas dos razones, desde una perspectiva personal, es indispensable un amplio frente común, no se trata del gobierno en turno, no se trata del partido o de personas, se trata de México.

Urgente que exista una alianza común, en un gran frente, impulsados por organizaciones civiles no gubernamentales, en comunión con la clase política y gobernante, para hacer de esos dos frentes, las fortalezas de México, ante el mundo.

No hay peor desgracia para un país que un gobierno ciego y sordo, sostenido por una sociedad hipócrita, que sólo se queje cuando, la silla del poder tiene que cambiar de persona.

Para finalizar, quiero traer a la memoria, otra expresión poética, ahora de Ricardo López Méndez, quien vivió y creció en un entorno político y social crítico de la Revolución Méxicana, y hoy sin duda, su poema “México, Creo en Ti”, le da un sentido patriótico, estoico, pero sobretodo, que, con una gran belleza armoniza en las palabras, ese sentimiento, que le da vigencia y describe el momento actual de nuestro país.

“México, creo en ti, como en el vértice de un juramento. Tú hueles a tragedia, tierra mía. Y sin embargo, ríes demasiado, a caso porque sabes que la risa, es la envoltura de un dolor callado.
México, creo en ti, porque eres el alto de mi marcha, y el punto de partida de mi impulso, ¡mi credo, Patria, tiene que ser tuyo, como la voz que salva . Y como el ancla!


¿Qué mensaje deseas grabar en la memoria de la historia de nuestro país, ante la humillación, insultos y la construcción de un muro fronterizo, símbolo de la intolerancia, racismo, pero también, quizás de la incompetencia política de aquel país que no supo defenderse?

México, creo en ti, no guardes silencio, que tu voz sea el ancla en las memorias de tu historia, de un México que se respeta así mismo, y que se da a respetar.























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