Una Metamorfosis no lograda en el PRI, refuerza la teoría de los mismos.

  • La consigna, Mutatis Mutandis, cambiar lo que debamos cambiar.
  • Un ruta por definirse es la renovación de cuadros, ¿necedad política?.



En estas  breves líneas apuntaré algunas reflexiones en relación a un proceso no logrado de renovación de nuevas caras, coloquialmente así dicho, al interior del Partido Revolucionario Institucional en Baja California Sur, escenario, quizás muy común en otros estados y a nivel nacional, algo así como, una metamorfosis interrumpida, y es que, razones hay muchas, para diagnosticar los porqués de este preciado y costoso mal electoral, que pareciera tener oídos sordos y miradas ciegas, de quiénes tienen la virtud ponderada de forjar las tomas de decisiones en ese instituto político, a fin de trazar las líneas correctas, para lograr estos urgentes cambios de fondo, en aras de reposicionarse en el ánimo electoral y por ende, poniendo sobre la mesa, la razón fundada de una consigna impostergable, de aplicar en el partido un mutatis mutandis, es decir, de cambiar lo que debamos cambiar.

Para quiénes viven de cerca el activismo del revolucionario institucional, es frecuente ese sentimiento de frustración en los grupos de jóvenes, y los que no son tan jóvenes, quienes se ven frenados e impedidos de lograr una posición donde realmente sean tomados en cuenta, sobre todo en los espacios de decisiones, lejos de las carteras tradicionales en las cuales comúnmente se les suele encasillar, dando por cumplida la misión de apoyar a las juventudes. Ésta consigna, se refuerza en la opinión pública, ante el desgaste natural y permanente que sufren las figuras que encabezan las filas del partido y la falta de los relevos en ellos, siendo frecuente la crítica de ver siempre las mismas caras. Ciertamente, esta situación en mayor o menor medida, es recurrente y típica de todos los partidos políticos, sin embargo, para el caso particular del PRI, es de sentido común y por razones históricas, por esos 70 años de haber sido gobierno, precisar que posterior a un proceso electoral donde al no ser favorecido en votos, se valore inmediatamente, como urgente y concediéndole además, la razón a los ciudadanos que no votaron en ese momento por el partido, el replantear una estrategia, aquella donde no solo se cambie el discurso, sino que, éste armonice con las figuras emisoras de dichos nuevos posicionamientos, es decir, se cuente con verdaderos agentes de cambio. A ésto debemos llamarlo congruencia. Algo que por falta de sensantez política (dícese de la cualidad que tienen las personas que muestran buen juicio, prudencia y madurez en sus actos y decisiones), ha quedado desfasado en la agenda del Partido Revolucionario Institucional.

Son pues, las elecciones de 1999 en nuestro Estado, la pauta y el referente que mejor recordamos, y el cual podemos apuntalar, para decir que se "tocó fondo", quedando sin la posibilidad de ser gobierno y asumiendo el nuevo y desconocido rol de "partido opositor" en B.C.S., y a nivel nacional, se avizoraba ya la transición histórica del año 2000. Al respecto, el proceso y la transición fueron complicados, todos lo sabemos, muchos lo vivieron, lo sufrieron, y otros tantos políticos de renombre en lo local, mejor optaron por tomarse un receso o breve descanso, por no decir, que hicieron de la derrota, el argumento perfecto para justificarse en la política del ostracismo, y como efecto dominó, provocando en muchos, el síndrome del estrabismo político, cayendo en una estrategia sin rumbo. Claro, razones personales y emocionales pueden argumentarse con justificado sentimiento, no obstante, se desdibujaron liderazgos, que bien pudieron fungir como un contrapeso político al entonces gobierno. 


Queda claro, que posterior a una elección donde el resultado no es favorecedor, es preciso implementar medidas de cambio, que atiendan ese voto de castigo dado al partido. Que quienes son candidatos, al no ganar, tengan en mente ese segundo escenario, más aún, que sus dirigencias, consideren que el partido político como tal, no concluye y no desaparece después de la elección. Es decir, hay dos caminos seguros que tiene un partido, ganar o perder, en esos dos escenarios, el partido tiene que seguir ejerciendo su política, su trabajo, como gobierno o como oposición, pero jamás de haber cabida, para privilegiar las encerronas de los candidatos, al contrario, hay que demostrarle a la ciudadanía con hechos, porque debieron ser gobierno. 

Luego en este proceder, sin contrapesos al poder en turno, las filas de simpatizantes se fueron reduciendo, los grupos de poder al interior se sumieron en una dinámica quizás perversa, a ríos revueltos, cerrando el paso a  nuevas voces, por temor a ser desplazados incluso de esas pocas posiciones, originando conflictos constantes por posicionarse por todo y contra todo, en los pocos espacios habidos de la burocracia partidista, buscando las famosas cuotas, esas que en cada elección, "las seguritas", tan peleadas, pero que solo pertenecen por tradición a quienes dirigen los sectores, ¡vaya pues!, en éste rimbombante "nuevo dinamismo", surgieron figuras políticas, que se instituyeron como "los nuevos cuadros", al patrocinio de la reputación y por derechos de antigüedad logradas por sus propias familias, y amparados desde luego, por el poder mismo, que alguna vez ejercieron cuando se era gobierno. Ciertamente la figura política de alguien, no se va a enaltecer por un apellido, ni se va a opacar por esa misma razón, el fondo aquí va más allá, se trata como mencionaba en líneas anteriores, de mostrar de cara a la sociedad, el buen juicio, la madurez y la prudencia en los actos y tomas de decisiones. 

La buena ventura nacional del año 2012, configuró en lo local sin duda, un lapsus táctico electoral, donde se abrevó para un nuevo impulso del PRI en el Estado, el ganar la elección de la capital y la del gobierno federal.   

Posterior a las elecciones del 2015, donde el PRI no resultó favorecido para ganar la gubernatura,  y después de doce años como partido opositor, se  observa nuevamente como algo cíclico, algo así como, que la historia se repite, al entrar de nueva cuenta en esa misma dinámica de luchas internas y arrebatos, perdiendo de vista lo fundamental, el establecer estrategias de fondo, para formar nuevos posicionamientos y de relevos generacionales, y esto queda más que latente, al ver hoy a las mismas figuras en las tomas de decisiones con las del año de 1999, que si bien tomáramos una fotografía en este momento, muy probablemente, no observaríamos muchos cambios en las dirigencias.

Esos doce años que van de 1999 al 2012, donde el PRI no fue gobierno en el Estado, eran fundamentales para crear una estrategia política de formación de cuadros, forjados en un posicionamiento de centro izquierda, ideal para el reencuentro con las causas sociales y de justicia. Qué mejor preparación para la formación de nuevos liderazgos, que aquellos nacidos desde la oposición, y no de la comodidad del apellido, ni de las comodidades que resultan del patrocinio político de las figuras dominantes, o por la comodidad que pudiera brindar el poder mismo.

Vaya pues, los espacios deben ganarse a pulso y en éste momento el PRI, hoy por hoy, tiene la lujosa oportunidad de convertirse en un forjador de nuevos cuadros. Ésta debe ser la visión política de un partido en crisis, mermada por los cotos de poder. Una visión que responda inmediatamente a la opinión ciudadana. 

¡Se es oposición, hay elementos para el discurso, hay causas, hay partido, hay jóvenes, hay hombres y mujeres de norte a sur dispuestos, profesionistas, pero creo que lo más importante aquí y de todo, es que, debe haber voluntad en las tres figuras dominantes del PRI en B.C.S., de Isaías González, Senador de la República, Esthela Ponce, Diputada Federal y Barroso Agramont, Senador de la República, donde quepa la SENSATEZ, y una enorme disposición para lograr, UN ACUERDO EN LO FUNDAMENTAL :

Que el PRI sea hoy, la plataforma política de una formación de nuevos liderazgos impulsados, no por los designios de un grupo político, sino por que serán los oídos y ojos de la sociedad, solo así, se elevará el discurso de grupos internos, para pasar al discurso de gobierno, de partido.  !

Finalmente mis estimados lectores, de no aplicarse el Mutatis Mutandis en las filas del revolucionario institucional, no hace falta ser un mercadólogo experto, ni recurrir a la brujería, para conocer los próximos resultados electorales y las historias, que posterior a ella habrán de repetirse en esa política de ríos revueltos, muy conveniente para algunos, en donde se han quedado estancados las crisálidas del partido, interrumpiendo el proceso natural de renovación política.












Twitter @mariaazucena85 

Mail azucenamezabcs@gmail.com

Facebook https://www.facebook.com/jiribillachoyera/ 










Comentarios